En menos de 2 meses hará un año del 15M…
Muchas cosas han pasado desde entonces: manifestaciones, detenciones, ocupaciones, desahucios aplazados, marchas…
Hace casi un año, mi pesimismo sobre nuestra sociedad y nuestro futuro encontró una pequeña luz al final del camino. Por un momento, creí que por fin nos estábamos despertando y que el germen para el cambio de nuestra sociedad estaba plantado. Y me hice ferviente defensora de los indignados y el movimiento 15M.
Es cierto que, a estas alturas, muchas de sus acciones han podido desanimar a muchos o incluso dar la razón a los detractores; no hay nada perfecto en esta vida y hay que cometer errores para aprender y crecer. Quizá el espíritu de aquella acampada espontánea en la Puerta del Sol la madrugada del 16 de Mayo, se ha diluido entre tanta infraestructura y grupo de trabajo. También han surgido muchos oportunistas que han utilizado ese espíritu para su propio beneficio, manchando la idea original. Y, por supuesto, entre tantas voces distintas, es fácil que el verdadero sentido de este despertar haya quedado un poco atrás frente a la lucha contra el sistema que nos oprime.
Revolución: es el cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado inmediato… para que una revolución exista es necesario que haya una razón para la nueva unión de... La revolución siempre se efectúa con el propósito de combatir una injusticia...
A lo largo de la historia, la revolución ha sido el detonante que ha puesto en marcha todos los cambios importantes experimentados por la humanidad desde el principio de los tiempos. Nuestra especie ha vivido revoluciones políticas –como la Revolución Francesa-, sociales –como la revolución burguesa- y económicas –como la revolución industrial-.
El siglo XX ha instaurado un sistema económico que juega con nuestros sueños para sacar beneficio. Y ese beneficio está en manos de un 1% de la humanidad. El otro 99% restante se muere de hambre en los países del tercer mundo, intenta escapar de su realidad en el segundo o está atrapado en la ensoñación en el primero. Con diferencias abismales pero TODOS somos sus esclavos.
Ahora, recién estrenado el siglo XXI, el sistema se ha colapsado. Y por culpa del dinero, perdemos derechos que nos han costado sangre, sudor y lágrimas conseguir. Y lo peor, es que las soluciones que plantean el 1% dominante solo son parches en un neumático viejo… aunque ande unos cuantos kilómetros más no conseguirá llegar a su destino.
El mundo es cada vez más injusto y, aunque parezca mentira, en lugar de avanzar como civilización, estamos dando pasos atrás. Es hora de otra REVOLUCIÓN…
La Revolución interior
Antes de “coger las armas y levantarnos contra el gobierno opresor y derrocarlo por la fuerza” debemos hacer un ejercicio de reflexión porque, al igual que en Matrix, estamos tan enganchados al sistema que sólo conseguiríamos poner otro parche en ese neumático viejo que ya no aguanta más.
Esta Revolución que nos ha tocado vivir al primer mundo es la más importante de todas las revoluciones que han sucedido hasta ahora porque, más que nunca, está en juego el futuro de nuestro planeta y, por tanto, el nuestro como especie dominante.
Esta Revolución debe partir desde nuestra conciencia como seres humanos. Debemos empezar por reconocer que tenemos un problema; que este materialismo en el que vivimos es una enfermedad. Como el alcohólico o el drogadicto, tenemos que desear “desengancharnos”, recuperar la visión objetiva y reordenar nuestras prioridades. Recuperar los valores que nos definen como personas responsables y coherentes. Relanzar nuestras virtudes como seres humanos y demostrar que, nuestra capacidad de pensar sirve para algo más que para intentar dominar el mundo.
Es un duro trabajo a desarrollar individualmente que tenemos que proponernos. Pero es un trabajo que tenemos la obligación de traspasar a nuestras futuras generaciones para evitar que, una vez más, el hombre sea el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra (o tres, o cuatro, o cinco…).
Y éste será el segundo paso de esta revolución: traspasar este aprendizaje a nuestro entorno más cercano. Porque, cuántos más seamos en esta lucha y más unidos estemos, más fácil será conseguir nuestro objetivo: acabar con la tiranía de la dictadura económica que nos oprime cada día un poco más.
- Las grandes multinacionales viven de nuestro dinero… ¿Por qué no apoyar a los emprendedores de nuestros barrios?
- Las grandes entidades bancarias y los especuladores también viven de nuestros euros... ¿Porqué no empezar a gastar lo que tenemos, en lugar de hipotecar lo que no tenemos para vivir por encima de nuestras posibilidades?
- La sobreproducción agota los recursos naturales de nuestro planeta… ¿porqué no comprar y usar responsablemente nuestros bienes de consumo?
Son muchas las acciones individuales que, como individuos, podemos emprender para formar parte de esta Revolución. Pregúntate a ti mismo: ¿quiero seguir siendo un esclavo y perder mi vida obedeciendo lo que unos pocos intentan imponerme? O ¿quiero romper las cadenas que me atan, comenzar una nueva vida más responsable y dejar un legado “sano” a mis hijos?
El espíritu del 15M
Yo ya tomé mi decisión hace mucho y, aunque mi desesperanza podía con mis ganas de “cambiar el mundo”, el 15 de Mayo de 2011 y los días sucesivos de acampada me hicieron creer que aun teníamos esperanza.
Aunque no estoy de acuerdo con todas las acciones emprendidas por el movimiento; aunque creo que entre tanta asamblea para encontrar soluciones a la crisis disipan la verdadera misión del moviendo (despertar a los durmientes, enseñarnos que hay otras formas de vivir lejos del materialismo y demostrarnos que, todos unidos, podemos contra ese 1% dominante); a pesar de esto, sigo creyendo en el espíritu del 15M, en su poder de convocatoria, en sus ganas de trabajar en el proyecto, en la chispa que encendió hace casi un año en millones de almas tan desesperanzadas como yo y que han echado a la calle a todos los indignados, sea por el motivo que sea.
Sólo por eso, seguiré movilizándome y manifestándome. No importa a qué grupo apoyes o por qué causa luches, hay que seguir en la calle reclamando nuestros derechos de forma no violenta.
Yo ya he empezado mi revolución…